Últimamente nos hemos acostumbrado a ver películas, series y documentales en formato 16:9. Esto ocurre en gran parte por la manera en la que consumimos contenido audiovisual, es decir, mediante plataformas de streaming. Aunque, en realidad, todos estos proyectos se pueden rodar en todo tipo de formas y tamaños diferentes. Nos referimos a la relación de aspecto. ¿Nos acompañas a descubrirlas?
Definición y un poco de historia
La relación de aspecto se presenta en formatos rectangulares. Suelen tener una anchura horizontal que imita mejor el punto de vista del ojo humano. Con una gran variedad entre las que elegir, te preguntarás cuál es la mejor relación de aspecto para rodar tu próxima película. No te preocupes, en este artículo te echaremos una mano. Explicaremos las diferentes relaciones de aspecto y sus efectos en el espectador.
Las dimensiones de un fotograma de vídeo 2D se miden en píxeles, que pueden simplificarse y reducirse a una fracción. Por ejemplo, un vídeo de YouTube está formado por 1920 píxeles horizontales y 800 píxeles verticales. Si dividimos 1920 entre 800 el resultado es 2,4. Por tanto, ese fotograma tendría una relación de aspecto de 2,40:1.
A lo largo de la historia de la cinematografía, existieron ciertas relaciones de aspecto que se convirtieron en opciones estandarizadas, esto lo vimos en varios de nuestros artículos sobre formatos cinematográficos: VistaVision, Cinemascope o Technirama. Tanto para capturar como para proyectar una imagen.
En los primeros compases de la historia del cine, la relación de aspecto venía determinada por la forma en que las cámaras capturaban las imágenes en la película. Por ejemplo, las primeras películas mudas utilizaban toda la longitud horizontal entre las perforaciones de un negativo de película de 35 mm, y utilizaban el espacio horizontal de 4 perforaciones. Es decir, cada fotograma representaba una imagen de 4 perforaciones, esto era conocido como «pulldown de 4 perforaciones». De este modo se obtenía una relación de aspecto de 4:3 o 1,33:1.
Pero claro, con el paso del tiempo las cámaras de cine fueron evolucionando. Lo que dio lugar a la creación de nuevas relaciones de aspecto. Por ejemplo, la primera vez que se añadió sonido a una película, tuvo que colocarse una tira fina en el negativo. Se recortó el espacio horizontal del fotograma de 1,33. Dando lugar a una relación de aspecto más cuadrada, de 1,19:1.
El público consideraba la imagen demasiado cuadrada, por lo que se sustituyó por una relación de aspecto más amplia y estandarizada de 1,375:1. Se denominó relación de aspecto de la Academia. A partir de los años 40, se convirtió en la más común para las películas de Hollywood.
Con la llegada de la televisión y su relación de aspecto 4:3, surgió la necesidad de diferenciar al cine de la tv. Por eso se comenzó a aplicar una relación de aspecto más amplia, de 1,85:1.
Se rodaba de la misma manera, con película de 35 mm y lentes esféricas. Pero esta vez con tres perforaciones. Para conseguir una sensación de mayor amplitud, fue necesario crear un nuevo formato que utilizaba un tipo de lente diferente: el anamórfico.
Este formato seguía cubriendo todo el ancho del fotograma de 35 mm y utilizaba cuatro perforaciones de altura. ¿Cuál era la diferencia? Las lentes anamórficas estiraban y distorsionaban la imagen para cubrir todo el fotograma.
Esta imagen “comprimida” podía ser posteriormente “descomprimida” hasta volver a una imagen sin distorsión. Al reducirla, la longitud horizontal aumentaba y se obtenía una relación de aspecto de 2,39:1, que se suele redondear y llamar 2,40:1.
En la actualidad, las dos relaciones de aspecto más comunes en el cine son 1.85:1 y 2.40:1. La mayoría de los estrenos de cine se proyectan utilizando un disco duro con el archivo digital. Aunque existen otras relaciones de aspecto como IMAX o Ultra Panavision 70.
¿Qué aportan a nuestros proyectos?
Al igual que la elección de una cámara, un objetivo o la iluminación de una escena, la relación de aspecto es una elección puramente creativa. La decisión de qué relación de aspecto se va a rodar se reduce, básicamente, a la elección de lo ancho o lo estrecho del encuadre.
Otro de los componentes de esta elección es el carácter histórico que consiguen ciertos formatos. Por lo general, cuanto más estrecha es la relación de aspecto, más antiguo se siente el mundo y cuanto más amplia es, más moderno parece.
En la película “El gran hotel Budapest” (2014) las escenas de los años 30 se rodaron en la relación de aspecto de la Academia, las de los 60 en una relación anamórfica y las de los 80 en una relación de pantalla ancha.
También se pueden elegir relaciones de aspecto particulares para representar secuencias tomadas con un dispositivo de grabación concreto, ya sea en un estilo de falso documental como en “Distrito 9” (2009) o para emular la grabación mediante el uso de un teléfono móvil o una webcam.
También se puede elegir el tamaño del fotograma para explotar sus ventajas cinematográficas.
Las relaciones de aspecto extremadamente anchas, como 2,40 o incluso 2,76, cuentan con mayor espacio lateral y pueden incluir diferentes planos al encuadrar. Esto permite añadir personajes y elementos de la historia en el primer plano, en el medio y en el fondo. Esto se puede ver claramente en algunas de las películas de Quentin Tarantino, como “Los odiosos ocho” (2015). También se suele utilizar para aportar un mayor contexto geográfico a la imagen o mostrar grandes decorados.
Por otro lado, una relación de aspecto más estrecha es mejor para proyectos que quieren encuadrar personajes individuales desde un punto de vista subjetivo o mostrar más de cerca sus emociones. Un claro ejemplo es la película “El hijo de Saúl” (2015), que utiliza un fotograma de 1,33.
La elección de la relación de aspecto dependerá totalmente del contexto de la película y de la elección del director o director de fotografía. Pueden utilizarse para hacer mención a un periodo histórico concreto, presentar un punto de vista de grabación específico o diferenciar líneas temporales. Pero también pueden ser utilizadas para acentuar ciertas ventajas cinematográficas e incluso crear un tipo de impacto emocional. Lo más importante a la hora de elegir una, es que la decisión refleje lo que se busca transmitir al espectador y que facilite la narrativa de la historia.
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