Hubo un momento en la historia cinematográfica en el que las persecuciones de cine cambiaron para siempre. La manera de rodarlas, de hacer que esa acción desmesurada pareciera real, experimentó un gran cambio con la aparición de cámaras como la Arriflex 35. Todos tenemos en nuestro imaginario escenas de las películas del Hollywood clásico donde los actores tenían que conducir con el coche parado y un decorado detrás que fingía el movimiento. Las persecuciones de cine en aquellos maravillosos años carecían de realismo. Ojalá haber visto a Humphrey Bogart al más puro estilo Fast & Furious.
Cualquier ranking que se precie sobre las mejores persecuciones de cine de la historia comenzará hablando de Bullit (1968). Steve McQueen, un Ford Mustang GT-390 y una Arriflex. Esta se considera la primera gran persecución del cine de acción de la historia. La evolución de la tecnología en los equipos de grabación permitió rodar por primera vez en el interior de un vehículo en movimiento. Antes la aparatosidad de los aparatos hacían muy complicada esta tarea. Cámaras como la Arriflex, que supuso una auténtica revolución para Hollywood, contribuyeron a aumentar la creatividad en los planos.
The French Connection: el realismo al extremo
Antes decíamos que las persecuciones del cine clásico de Hollywood carecían de realismo. Cuando llegó The French Connection (1971) esta afirmación dejó de tener sentido. En esta película se puede ver una de las escenas de persecución más espectaculares, sobre todo por la forma en la que fue rodada.
Gene Hackman, al volante de un coche, trata de alcanzar el tren en el que huye uno de los sospechosos. Para rodar esta secuencia no se pidieron permisos, el tráfico de Nueva York era como el de cualquier otro día. Aunque en un alarde de solidaridad, decidieron rodar un domingo por la mañana para que el tráfico fuese menor.
Hackman iba esquivando los obstáculos a un ritmo frenético. La peligrosidad del rodaje queda perfectamente reflejada en la pantalla. Una secuencia tensa en la que inevitablemente ocurrió un accidente. El coche de Hackman choca con otro completamente ajeno al rodaje. El resultado artístico es, obviamente, imposible de conseguir ni aun con los más avanzados efectos especiales actuales.
También se utilizó una técnica conocida como undercranking, o disparar a una velocidad de cuadros más baja. De esta manera, los conductores podían ir más lento, pero en la película final parecía que conducían a una velocidad más alta.
Al director de la película, Willian Friedkin, esto le costó un juicio por imprudencia temeraria. Pero debió merecerle la pena porque The French Connection arrasó en los premios principales de aquel año. Tanto en los Globos de Oro como en la ceremonia de los Óscar, donde ganó el premio a mejor película por encima, nada menos, de clásicos como El violinista sobre el tejado, The Last Picture Show y La naranja mecánica. También se llevó el Óscar a la mejor dirección, en el que William Friedkin venció a directores de la talla de Stanley Kubrick, Norman Jewison, Peter Bogdanovich y John Schlesinger.
Como curiosidad, en The French Connection también hubo un error en el casting. Se dice que podría haber sido el salto a Hollywood de Paco Rabal. O así lo pidió el director de la película al verle en Bella de día (1967) para encarnar al villano de este thriller. Pero en esta ocasión, el director de casting pensó que se refería a Fernando Rey. Gracias a una serie de casualidades del destino, a que Fernando Rey les conquistó con su interpretación y a que Paco Rabal no sabía inglés, el actor de Viridiana (1961) tuvo la oportunidad de saltar a Hollywood y encarnar uno de los papeles más memorables de toda su carrera.
Robert DeNiro en un Peugeot
El rodaje de esa escena en The French Connection, afortunadamente, no sentó un precedente en la forma de rodar las persecuciones de cine. El ingenio de los directores y operadores de cámara por conseguir posiciones y movimientos de cámara calculados al milímetro siguió jugando un papel fundamental. Y por supuesto el montaje, que permite darle a esas escenas la verosimilitud necesaria para transmitir pura emoción.
Esto nos lleva a hablar de Ronin (1998). Robert DeNiro al volante de un Peugeot persiguiendo a un BMW por las calles de París. En este caso, en lugar de utilizar la técnica de undercranking, un piloto profesional condujo a altas velocidades por la ciudad. Para que parezca que el actor era quien conducía el coche, los realizadores utilizaron coches con volante a la derecha y colocaron volantes falsos en la izquierda.
DeNiro podía fingir que conducía cuando grababan en primer plano, mientras que el piloto de maniobras conducía fuera de plano. Fue una solución brillante, pero tener al piloto en el asiento de al lado limitó los ángulos que se podían capturar.
The Buscuit Rig: el invento revolucionario
Desarrollado por Allan Padelford Camera Cars, se utilizó originalmente para Seabiscuit (de ahí su nombre) con el fin de capturar tomas de los jinetes en mitad de la carrera sin comprometer la velocidad. Para esta película, montaron caballos mecánicos en una plataforma y subieron a los actores sobre ellos. Después pusieron a caballos reales corriendo junto a ellos. Por tanto en el encuadre podemos ver la cara del actor y una pequeña parte del caballo mecánico y los caballos reales al fondo, lo que aumenta el realismo de la escena.
The Buscuit Rig es una plataforma lo suficientemente grande como para trabajar con la cámara, con sonido y con la posibilidad de alcanzar una velocidad considerable. En definitiva, el mecanismo es muy simple; es un automóvil en el que se pueden colocar otros automóviles, o caballos falsos, aviones… O lo que se quiera.
Después de que un incendio destruyera The Biscuit durante la producción de The Aviator (2004) se optimizó el diseño y se hizo más pequeño y versátil. Así nació The Biscuit Rig, Jr, ahora la cámara puede montarse en cualquier parte. Los cineastas tienen la posibilidad de captar la intensidad de una persecución desde cualquier ángulo.
Además, esta plataforma también ha supuesto un alivio para los actores. Ya no tienen que preocuparse de conducir bien y actuar a la vez. Uno de los mejores ejemplos donde se ha utilizado The Biscuit Rig Jr es el de la película Drive (2011) protagonizada por Ryan Gosling. La magia del cine encuentra un gran aliado en esta plataforma. Ahora quien conduce el coche, ni siquiera está dentro.
Las posibilidades de los efectos digitales
El desarrollo en los efectos digitales ha permitido crear escenas de persecuciones de cine totalmente espectaculares. En más de 100 años, el cine ha mostrado persecuciones de toda clase y con todo tipo de coches, y la exigencia de los espectadores no sólo no ha disminuido, sino que ha ido en aumento.
También han ido en aumento las restricciones en las ciudades para filmar secuencias de persecución en sus calles. Tanto es así que tras el éxito de Matrix (1999), las hermanas Wachowski subieron la apuesta con la segunda entrega: Matrix Reloaded, que aunque decepcionó en general, nos dejó una de las persecuciones de cine más espectaculares. Sobre todo porque, atención, la autopista donde tiene lugar fue construida expresamente para la película, con una longitud de más de 2,4 kilómetros. Eso sí que es apostar por las localizaciones.
Hoy en día se puede hacer prácticamente de todo con VFX. Y sino que se lo digan al equipo de Fast & Furious. La entrega de Fast & Furious Tokio Drift se filmó principalmente en Los Ángeles y el equipo de efectos visuales recreó posteriormente Tokio mediante CGI (Computer-generated imagery). Esto nos ha podido regalar imágenes tan espectaculares como la del coche derrapando en el famoso cruce de la capital japonesa.
Si pensamos en persecuciones de cine, seguramente a cada uno de nosotros se nos haya quedado alguna en concreto grabada en nuestra memoria. La trama héroe-villano es de las más clásicas y esta dicotomía nos ha regalado auténticas maravillas del cine de acción. A veces, cuando vemos una película pensamos: “pero, ¡¿cómo habrán podido hacer eso?!”. Y aunque puede parecer magia, todo es fruto del desarrollo tecnológico tanto de cámaras, gadgets o efectos digitales; del ingenio de los cineastas y de la locura de algunos de ellos.
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