Es bien sabido que cada vez se ruedan menos películas de cine en celuloide. Desde que empezase la revolución de la tecnología cinematográfica a finales de los noventa el cine digital ha ido ganando terreno a las producciones grabadas en película. Como consecuencia, las salas de cine también evolucionaron y cada vez son menos aquellas que proyectan en su formato original sin digitalizar. Aunque a mediados de 2010 la mayoría de las salas de todo el mundo ya se habían digitalizado, lamentablemente otras no pudieron hacer frente a la reconversión digital y no tuvieron más remedio que echar el cierre.
Aunque las mejores cámaras digitales son capaces de recrear la tonalidad del celuloide, parece que su aspecto orgánico y vital es algo que no se perderá nunca. Sin embargo, de manera paradójica, la alta calidad que permiten las cámaras digitales (algunas incluso graban en definición 8K) pueden dar como resultado grabaciones con un aspecto demasiado artificial.
La supervivencia del cine en celuloide sigue dependiendo en gran parte del empeño y el deseo de los grandes directores de seguir filmando con rollos de película. ¿Pero qué hace que esta tradición se mantenga? ¿Es únicamente nostalgia, o hay más motivos para seguir trabajando con emulsiones fotoquímicas?
La resistencia analógica
En 2015 fue noticia que la empresa Kodak llegó a un acuerdo con los grandes estudios de cine para seguir produciendo películas. De hecho, la compañía aumentó sus ingresos de venta de este tipo de productos cinematográficos un 21% en el año 2019. Esto significa que el resurgir de estos elementos de cine tradicional para fotografía fija y en movimiento es real. Con el fin de animar a los directores a hacer sus trabajos de la forma clásica, la multinacional incluso ha desarrollado una aplicación para saber qué estrenos son grabados en película y cuáles en digital. De momento, solo está disponible en Estados Unidos.
En España, muy pocas salas proyectan a día de hoy películas en celuloide. La mítica sala Phenomena, en Barcelona, es la única en nuestro país capaz de proyectar cine en película panorámica de 70mm. Como dato curioso, este cine de la ciudad condal fue de los pocos del mundo que pudo proyectar ‘Los odiosos ocho’ (filmada en Ultra Panavision) del director estadounidense Quentin Tarantino en película.
El celuloide no ha muerto. Viva el celuloide
El director griego Yorgos Lanthimos tiene gran predilección por el formato analógico y confiesa que le resulta más agradable rodar su cine en celuloide. Sus primeros trabajos fueron en digital y reconoce que prefiere no volver a hacerlo. Aunque el griego dio el salto a Hollywood con ‘Langosta’ (2015), fue en su siguiente película ‘El sacrificio de un ciervo salvaje’ (2017) cuando optó por filmar en celuloide de 35mm. En esta película protagonizada por Colin Farell y Nicole Kidman, Lanthimos ordenó a su director de fotografía, Thimios Bakatatakis, que la cámara fuera percibida como algo extraño, utilizando ángulos agudos para aumentar el drama psicológico de la cinta.
En su siguiente largometraje ‘La favorita’ (2018), Yorgos Lanthimos volvió a repetir con el analógico. El film, protagonizado por Emma Stone, Olivia Coldman y Rachel Weisz, combinó una película de 35mm con una serie de lentes esféricos Prime de enfoque cercano, que abarcan visualmente a los personajes y que se asemeja al aspecto de la lente ojo de pez. Lanthimos seleccionó la película negativa de color Kodak Vision3 500T 5219 para las secuencias nocturnas de interior / exterior de la producción, la película negativa de color Kodak Vision3 200T 5213 para interiores de día y Kodak Vision3 50D película negativa de color 5203, utilizada para escenas exteriores diurnas.
Un aspecto que la película tiene difícil para igualar a la tecnología digital es al filmar en blanco y negro. Obtener un resultado homogéneo es difícil al filmar en cine en celuloide, sin embargo, existen ejemplos recientes de que es posible. ‘El faro’ (2019) fue rodada en película de 35mm de blanco y negro con un formato casi cuadrado con proporciones 1.19:1. Su director Robert Eggers, utilizó un objetivo de 1912 y otro de 1930 para otorgar a la película una estética aún más poderosa. Además utilizó la película Kodak Double-X para filmar, prácticamente la única que hoy en día se puede conseguir.
Netflix en todas las salsas
No solo los grandes estudios están apostando por la película cinematográfica. También las grandes plataformas de streaming se están apuntando a este resurgir. Netflix ya lo utiliza para algunas de sus producciones. Para el rodaje de ‘El irlandés’ (2019) de Martin Scorsese utilizaron tres tipos diferentes de cámara. Una Arricam ST para filmar en película de 35mm, una RED Helium para los segmentos filmados en digital, y dos cámaras infrarrojas Alexa Mini para facilitar los efectos digitales que ayudaron en el rejuvenecimiento de Robert de Niro y Al Pacino para las escenas de flashback. Con razón ha sido su película más cara hasta el momento.
Protagonizada por Scarlett Johansson y Adam Driver, ‘Historia de un matrimonio’ (2019) ha sido otro de los bombazos recientes de Netflix. Y sí, también fue grabada en analógico. Concretamente con una película Kodak de 35mm y una cámara Arricam ST con lentes Panavision Primo Prime. El director de fotografía, Robbie Ryan justificó su elección afirmando que se trata de la mejor herramienta para captar los tonos de la piel.
Dejando a un lado el motivo estético, lo analógico simboliza una resistencia que convierte lo tradicional en romántico. En definitiva, el celuloide está más vivo que nunca ¿o no?. No podemos olvidarnos de la revolución digital que vivimos y que no deja de sorprendernos. Lo cierto es que el 95% de la producción audiovisual mundial es digital. Esto es debido a la enorme necesidad de crear contenido para satisfacer las necesidades del consumo masivo, tanto en plataforma como en televisión. Hacer cine en su forma tradicional no es rentable, ni en cuestiones de tiempo, ni de dinero.
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