Si hablamos de cinematografía el debate está servido entre quienes aseguran que fue creada por los hermanos Lumière y los que defienden a Thomas Edison. Sin embargo, cabe recordar que hay un predecesor de estas grandes figuras: el caballo de Muybridge. Un animal y un fotógrafo que sientan las bases de lo que hoy conocemos como el séptimo arte.
Y es que, aunque parezca mentira, todo comenzó por culpa y gracias a un equino de carreras. Concretamente se trata de Occident, que fue el protagonista de un experimento científico de 1872 a 1878 a través de la fotografía.
El artífice de ello fue Eadweard J. Muybridge, creador del zoopraxiscopio y pionero del estudio visual de la locomoción animal y humana. Esta especialidad le llevó a tener tal renombre que pudo salvarle la vida. Y es que, tras matar al amante de su esposa en lo que se consideró un crimen pasional, Muybridge fue puesto en libertad. No parece ser un hecho al margen de su posición en la ciencia.
Así, el fotógrafo, nacido en 1830 en Inglaterra, rompió la barrera que rodeaba las tecnologías conocidas hasta entonces cuando Leland Stanford, exgobernador del estado de California (EEUU), le pidió que inmortalizara el movimiento de un caballo. Un encargo motivado por el debate entre los aficionados a las carreras, que se preguntaban si los cuatro cascos del animal al galope dejan de tocar el suelo en algún momento.
La primera imagen de Occidente
Aunque el primer intento falló, las instantáneas realizadas al caballo de Muybridge en 1873, con 24 cámaras a lo largo de la pista de un hipódromo de Sacramento, fueron una doble revolución. Demostraron que, efectivamente, durante unos segundos el caballo se mantiene en el aire. Por otro lado, dio pie a una innovación técnica nunca vista antes en el mundo de la fotografía.
Con placas de colodión húmedo que necesitaban exposiciones de hasta 30 minutos y una óptica de gran angular de Dallmeyer, el fotógrafo logró obtener la primera imagen al trote de Occident. Un retrato oscuro e indistinto que mejoró tras poner una pared blanca iluminada e inmortalizar de nuevo la silueta del caballo. Todo esto teniendo en cuenta que los primeros intentos estuvieron lejos de ser perfectos. Ni siquiera se acercaban a una mínima calidad aceptable debido a una mala exposición y velocidad de obturación.
Así, desarrolló un obturador mecánico que consistía en cuatro hojas de madera que se deslizaban verticalmente por las ranuras de un marco y dejaban al descubierto una abertura de 20 centímetros, por la que pasaba la luz. Este sistema permitía lograr un tiempo de exposición récord de 1/500 de segundo con la que, años más tarde, consiguió realizar una secuencia de 12 fotografías cada medio segundo.
El zoopraxiscopio
Pero la innovación no se quedó en conseguir una imagen clara de un animal mientras este se mueve, sino que quiso que el espectador pudiera experimentar ese movimiento. Esto puso la primera semilla de lo que en 1879, tras años de mejora del proceso, se convirtió en el zoopraxiscopio, un aparato donde se colocaban una serie de imágenes sobre discos que rotaban. Con un poco de luz y haciendo girar el mecanismo, se creaba la ilusión de una imagen viva.
Esta máquina es considerada el primer proyector de imágenes animadas y, por lo tanto, precursora del cine. Muybridge continuó usando este invento para registrar la actividad de más animales e, incluso, personas, lo que dio lugar al estudio del movimiento en la vida cotidiana. Entre sus muchos proyectos se encuentra un canguro que salta, una mula en una silla, una mujer bailando o una madre y su hijo.
Según lo definió el propio inventor en su libro Animales en movimiento, de 1899, el experimento del caballo de Muybridge dio lugar a lo que él consideró como “el primer aparato construido para demostrar movimientos de la vida analíticamente fotografiados, y en sus efectos resultantes es el prototipo de varios instrumentos que son utilizados para un propósito similar”.
Una declaración que parece, cuanto menos, un grito al aire de ‘’aquí estoy yo’’. Sobre todo frente a los que luego se convertirían oficialmente -y en medio de otro intenso debate- en los padres del cine: Auguste y Louis Lumière y Edison. Y es que estos parecen inspirarse, y mucho, en el proyecto de Muybridge. Cabe resaltar que la intención principal del zoopraxiscopio no tuvo nada que ver con el entretenimiento, sino con la ciencia.
Los »padres» del cine se »inspiraron» en el caballo de Muybridge
Edison
Según algunas fuentes, Edison visitó en 1888, y en un afán de ampliar sus conocimientos sobre fotografía, a Muybridge. Cuando este le mostró su zoopraxiscopio, quedó tan maravillado que parece ser que le llegó a proponer fusionar este aparato con su fonógrafo, sin mucho éxito. Pero Edison no cejó en su empeño y buscó la manera de crear algo que permita ‘’ver y oír ópera como si estuviéramos presentes’’.
Sin embargo, no fue hasta 1889 que registró la patente en la que se nombra por primera vez el kinetoscopio. Ya en 1891 este aparato tuvo su primera demostración pública en Estados Unidos. Eso sí, con un claro enfoque hacia el entretenimiento, ya que en el 1900 los ciudadanos comenzaron a asistir a establecimientos para ver las proyecciones.
Los hermanos Lumière
Auguste y Louis Lumière, dos hermanos franceses, ya tenían una tradición familiar en torno a la imagen. Tanto es así que su padre tenía un negocio dedicado a esto a través del cual les inculcó su pasión. Con todo, su éxito no llegó rápido.
En 1894, su padre asistió a una demostración de la máquina de Edison. Esta gran innovación le sorprendió tanto que motivó a sus hijos a que crear algo que superara sus expectativas y, sobre todo, al kinetoscopio. Un año más tarde, el 13 de febrero de 1895, presentaron el “cinématographe”, pero no fue hasta diciembre cuando se produjo la primera función pública. Fue en el Salón Indio del Gran Café de París, donde se proyectaron 10 películas, entre las que destaca la Salida de los Obreros de la Fábrica Lumière.
El cinematógrafo utilizaba una película perforada de 35 milímetros de ancho, un sistema muy parecido al de Edison salvo por un detalle. Los Lumière decidieron hacer perforaciones circulares en vez de cuadradas para evitar conflictos legales por la patente.
Así, queda claro que, aunque estos son hasta ahora los mayores referentes, no fueron del todo los creadores de la cinematografía. Con todos estos datos podemos decir que sí son impulsores y culpables de que el invento de Muybridge progresara a gran escala. Sin embargo, sin el experimento del caballo, quizás no podríamos hablar de lo que hoy entendemos como séptimo arte.
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