El cambio del cine mudo al sonoro fue una completa revolución para la industria cinematográfica. Esta tuvo que enfrentarse a grandes transformaciones para poder dar luz verde a este nuevo producto. Un punto que ahora entendemos como el paso necesario en la evolución hacia el séptimo arte. Una de ellas fue la Icebox.
Un punto de inflexión
Ese -los primeros pinitos en el cine sonoro- fue un gran punto de inflexión a todos los niveles. Los ciudadanos, entonces sin saberlo, pasaron a convertirse en consumidores masivos de cultura visual tal y como hoy en día lo entendemos.
Como contamos en el blog el caballo de Muybridge, hubo varios inventos que dieron lugar al cine, sin embargo no fue hasta cerca del año 1900 cuando se empezó a entender como una forma de entretenimiento. A partir de entonces, cualquiera podía asistir a establecimientos específicos para ver las proyecciones, pagando previamente.
Esto supuso ya una gran transformación en sí misma. Pero fue sobrepasada 20 años más tarde por la incorporación de la sonoridad. En 1926 se estrenó en Nueva York Don Juan, una producción con efectos de sonido y música sincronizada. Pero un año más tarde, el 6 de octubre de 1927, se produjo el estreno de El cantante de jazz, dirigida también por Alan Crosland.
Fotografía del estreno de The jazz singer
Esta creación consiguió una calidad suficiente en cuanto a la sincronización de las voces y diálogos que le valió para ser considerada la primera película sonora de la historia del cine. Lo hizo gracias al Vitaphone, el primer sistema técnico que lo posibilita y que consistía en la grabación del sonido sobre un disco.
Pero no todo era bueno, o al menos no para todas las partes. Por un lado, esto puso en la cuerda floja al cine mudo, que vio cómo se abría paso el sonoro hasta que en 1930 desapareció por completo. Por otro, afectó a otro nivel: aceleró la rueda del sector cinematográfico para avanzar hacia este producto. La incorporación del sonido obligó a corto plazo a desarrollar unas innovaciones necesarias para poder llevarlo a cabo con calidad y productividad. No sin dificultades en la producción.
Las icebox
Así, los productores se vieron obligados a enfrentarse a grandes cambios. Entre ellos destaca uno: la necesidad de amortiguar el ruido de la cámara. Los proyectores de entonces eran lo que se conocía como MOS, es decir, máquinas que emitían unos ruidos tan elevados que ensuciaban sobremanera el sonido final. Pero los técnicos necesitaban un ambiente lo más en silencio posible para poder captar las voces de los actores.
De esta manera llegaron a una conclusión: tenían que encerrar las cámaras ruidosas. Así crearon las Icebox o neveras, unas cajas de metal preparadas acústicamente para bloquear el escándalo que estas formaban. Así, tanto el camarógrafo como el aparato se introducían en estos grandes arcones, los cuales bloqueaban los zumbidos que las cámaras producían durante un rodaje.
Un director y el camarógrafo, dentro de una icebox con una Vitaphone
Estas corazas fueron una invención del Comité de Productores y Técnicos de Hollywood, pero fue un ingeniero de la compañía francesa Pathé quien fabricó el primer modelo. Este diseño, incluso, fue galardonado por la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas o AMPAS. Hoy en día son los responsables de otorgar los Premios Oscar.
Los problemas técnicos
A pesar de ser un gran invento y solucionar un gran problema, este instrumento impedía ciertos aspectos de la grabación. Por ejemplo, llevar a cabo algunos movimientos de cámara. Esto es así porque los Icebox eran unos aparatos muy grandes que obligaban a hacer unos encuadres muy cerca de los actores. Todo ello para poder acercar el micrófono lo máximo posible.
Dos miembros del equipo delante de una Icebox
Imágenes de varias Icebox en un plató
Además podían ser unas mini habitaciones que ejercían de tortura para los camarógrafos. Los grandes focos del set elevaban mucho la temperatura en los estudios y, por tanto, también en las Icebox. Las neveras estaban hechas de metal, lo que acumulaba el calor en su interior hasta hacer la estancia dentro muy asfixiante. Las tomas largas podrían ser un riesgo incluso físico y de salud graves para los profesionales que tenían que trabajar desde dentro.
Este aparato también condicionó a los protagonistas, que vieron sus movimientos coartados en pos de la grabación. Por no hablar de la retórica y la forma de contar la historia, que tuvo que cambiar por completo dado el nuevo factor: la voz. Algo que inmiscuye a todos los creadores de producciones teniendo en cuenta que ya por entonces el cine sonoro era una realidad y el futuro más inmediato.
Con todo, los compartimentos insonorizados se establecieron como parte indispensable de la grabación. Tanto es así que todos los directores tuvieron que utilizarlo. Directores de renombre como Alfred Hitchcock, a quien se le puede ver junto a una Icebox en su primera película sonora, Blackmail.
Alfred Hitchcock, en la grabación de Blackmail
Como explica Laurent Jullier, profesor francés de estudios cinematográficos, en el libro ‘El sonido en el cine’, el cine sonoro tenía que adaptarse a las técnicas. Esto supuso también un cambio en la forma de contar las historias.
Adaptarse o morir
“Nadie se atreve a cortar a un actor mientras habla; en consecuencia, se alarga la duración media de los planos… Sólo se sabe rodar en sonido directo, y el temor a los ruidos encierra al operador y su cámara en una Icebox, lo que vuelve estáticos los planos”, asegura Jullier.
Además, también se perdió libertad de movimiento en la escena ya que había que tener en cuenta el rango de los micrófonos así como de las cámaras. Estas ahora tenían que estar metidas en las Icebox. Sin embargo, cuando la tecnología se desarrolló más, estas necesidades se convirtieron en técnicas de grabación y narración.
“Las primeras películas sonoras, realizadas con la cámara limitada por una cabina insonorizada (las Icebox), volvieron a incluir tomas largas, con la acción representada de manera muy similar a la de una obra teatral. Pero las cámaras con cubiertas insonorizadas incorporadas y los micrófonos múltiples, direccionales y móviles, permitieron que las películas se presentaran de nuevo con sofisticadas técnicas de montaje”, asegura el escritor Ira Konigsberg en su libro el Diccionario técnico Akal de cine.
Muestra de ello es How Girl in Hollywood, una película de 1930 que enseña las Behind the Scene desde un punto de vista reflexivo. Presenta una visión detrás de las cámaras de algunas de las técnicas que se usaban en el rodaje de las primeras películas habladas.
Así, las Icebox supusieron una revolución tecnológica de tal calibre que permitieron desarrollar el cine sonoro hasta lograr lo que hoy consideramos un arte. Estas innovaciones -que parecían casi enemigas- terminaron por convertirse en aliadas narrativas.
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