El cine y la tecnología están por todas partes. La sociedad consumista a la que pertenecemos está rodeada de constantes estímulos debido a la presencia de múltiples pantallas en la mayoría de hogares. ¿Cómo consigue atraer el cine a nuevos públicos? El cine 3D es una de esas soluciones.
El séptimo arte se funde con la ciencia. En nuestros artículos de Formatos Cinematográficos os hablábamos del cambio de la pantalla casi cuadrada con una escala de resolución de 1.25:1 a la apaisada: etapa marcada por numerosos problemas técnicos a los que proyectistas y cineastas se vieron obligados a enfrentarse. Y como consecuencia, trajo consigo un cambio para nuestra retina, acostumbrada al formato clásico.
Años después, en 1923 incorporamos el cine 3D a nuestras vidas con el primer largometraje en Los Ángeles. ¿Qué mejor forma de ver una película que sintiéndote la protagonista de la historia?. Movimientos en las butacas, sonidos estridentes que te envuelven por toda la sala, efectos de aroma y tacto… el cine 3D evoluciona a pasos agigantados.
Nacimiento del cine en 3D
Para hablar de cine en 3D es necesario conocer su origen. La “visión estereoscópica” es la capacidad de percibir una imagen tridimensional utilizando la información que obtienen nuestros ojos. Con otras palabras, es la interpretación general de nuestro cerebro al capturar una imagen.
El estereoscopio, inventado por el científico Charles Wheatstone (1832) es un instrumento óptico a través del cual se crea la ilusión profundidad de una imagen. Nos permite observar la realidad con efecto 3D. Literalmente, estereoscopía es: visualizar una imagen con dos ojos.
Desde los tiempos de la fotografía estereoscópica que mencionamos, la idea de realizar películas con tercera dimensión ya sonaba atractivo para los visionarios. Ya perseguían con ansias el momento en que la pantalla cobrase vida para adentrarse en el cerebro del espectador. El pionero en convertir aquel deseo en hecho fue William Friese-Green, quien en 1899 se atrevió con los primeros experimentos en cine 3D, que resultaron ser un fracaso por su complejidad técnica.
Fue la proyección “L’arrivée du train” (1896) de los hermanos Lumière, la primera película convencional que creo tensión en los espectadores, suponiendo que el tren que se aproximaba saltaría de la pantalla hacia ellos.
Sin embargo, hasta años después no se dio el verdadero impulso hacia el 3D cinematográfico. En 1922, la magia del tridimensional daría los primeros pasos hacia el éxito comercial: La película “The Power of Love” dirigida por Nat G. Deverich fue la culpable de llevar a toda una sala del Hotel Los Ángeles a un mundo de profundidad visual nunca antes imaginado.
Aún así, estaríamos hablando de avances tempranos en cine 3D, todavía quedaba mucho camino por recorrer. Los obstáculos técnicos y las duras consecuencias de la Gran Depresión frenaron temporalmente los esfuerzos hacia esta dirección. Pero la chispa ya se había encendido y la búsqueda de una experiencia cinematográfica innovadora seguía rodando en la cabeza de aquellos cineastas curiosos.
En 1934, la Metro Golden Mayer llevó a cabo algunos cortos y Louis Lumière presentó el remake tridimensional de su película «Llegada de un tren», grabada con una cámara estereoscópica. Así, la historia del cine en 3D continuó su marcha. Hoy día sigue cautivando a todas las generaciones.
Desde Welab queremos hacer una recapitulación de lo que significaron los primeros pasos del cine 3D sonoro y en color y por supuesto, queremos hacerte una trayectoria desde sus primeros éxitos (1950-1960) hasta el momento. ¿Qué relevancia tiene el cine 3D en el siglo XXI?
Los inicios del cine 3D y sus primeros éxitos (de 1950-1960)
En 1936 se produjo un hito importante con la aparición de la película tridimensional “Nozze vagabonde” (1936) dirigida por Guido Brignone y con el director de fotografía Anchise Brizzi. La cinematografía empezó a experimentar cambios que permitieron consolidar nuevas técnicas de filmación en este nuevo formato 3D. “Audioscopiks” (1935), un cortometraje documental de ocho minutos en relieve realizado por Pete Smith fue incluso nominado para los premios Oscar de ese año.
En el panorama internacional, Alemania incorporó nuevos avances con el filme 3D en color “Zum grieten nah” (1936) utilizando filtros Polaroid en su producción. En la ciudad de Nueva York, se proyectó “In Tune with Tomorrow” (1939) en la Exposición Mundial de Nueva York, en blanco y negro, que debido a su éxito, fue reversionado en color al siguiente año.
Rusia no se quedó atrás, en 1946 se alcanzó un nuevo hito con el estreno de “Robinzon Kruzo” (1947) dirigida por Aleksandr Andriyevsky. Fue la primera película en 3D, sonora y en color de larga duración. El público lo catalogó como “una sensación de extrospección en mitad de una selva”. Se proyectó sobre una pantalla de metal con artistas que reflejaban dos imágenes separadas, una para cada ojo, creando una absoluta sensación de relieve para los espectadores.
Ya en los años 50, con el auge de la televisión y después de los estragos causados por la Segunda Guerra Mundial, el cine pedía a gritos soluciones creativas que atrajesen de nuevo a los espectadores a las salas comerciales. Fue entonces cuando Arch Oboler, un talentoso guionista, productor y director, creó la primera película en 3D en color: “Bwana Devil” (1952). Film que marcó el inicio de una etapa.
Durante esta década salieron a la luz 27 películas en 3D, incluyendo dibujos animados en relieve dirigidos por Norman McLaren en Londres. Algunos éxitos notables como “Kiss me Kate” (1953) dirigida por George Sidney y “Creature from the Black Lagoon” (1954) de Jack Arnold se sumaron al avance de las tres dimensiones. En los años 60 se logró combinar el cinemascope y el 3D en la película “September Storm” (1960) dirigida por Byron Haskin. Fue en ese momento cuando salieron a la luz películas de terror en formato 3D.
Películas en 3D en el siglo XXI
¿Qué diferencia a «Avatar» (2009) de James Cameron de otras películas? Además de la escenografía y la originalidad de los personajes, la sensación de estar inmerso en un mundo de fantasía azul fue lo que más llamó la atención de los espectadores. Un mundo donde la realidad y la ficción se fundían en un baile hipnótico.
En la continua búsqueda de nuevos avances tecnológicos y efectos especiales, James Cameron jugó también un papel crucial en el resurgimiento del cine 3D con su largometraje “Ghosts of the Abyss” (2003). Acompañado de una cámara de vídeo ligera y el sistema “reality camera”, logró crear una experiencia única para los espectadores.
Reinventarse constantemente, atraer a nuevas audiencias y combatir la piratería. Es todo lo necesario para que el cine siga funcionando. Tenemos el ejemplo de la película “Polar Express” (2004) dirigida por Robert Zemeckis que combinó el cine animado con el formato 3D-IMAX demostrando que así conseguiría un gran éxito en taquilla, y lo logró. Algunos de esos grandes éxitos del cine 3D fueron “Chicken Little” (2005) y “Monster House” (2006). Ambas producidas por Steven Spielberg.
Un avance muy importante fue la aparición de la proyección digital, que descartó la necesidad de sincronizar dos proyectores para cada ojo. La película de animación “Coraline” (2009), dirigida por Henry Selick utilizó esta técnica y fue fotografiada directamente en 3D por el director de fotografía Pete Kozachik. Otras películas significativas en esta etapa incluyen «Monstruos contra alienígenas” (2009), dirigida por Rob Letterman y Conrad Vernon; “Up» (2008), dirigida por Pete Docter; «Alicia en el País de las Maravillas» (2010), dirigida por Tim Burton y «Cuento de navidad” (2009), dirigida por Robert Zemeckis.
En definitiva, la tecnología 3D ha demostrado ser una herramienta poderosa que ofrece experiencias espectaculares y únicas. Además de atraer de nuevo a los espectadores hacia las salas cinematográficas, nos recuerda que el arte y la ciencia están destinados a brillar juntos en la búsqueda del progreso.
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