La revolución de las plataformas de streaming ha producido un enorme cambio en la forma en la que consumimos contenido audiovisual. También en la manera en que se producen y distribuyen series y películas, en especial en la forma de hacer cine. Este fenómeno, que comenzó a principios de la década anterior y que el confinamiento por la pandemia ha multiplicado, ha conseguido que las ventas en taquillas de cine se hayan desplomado y que el número de usuarios de pago entre las plataformas principales haya crecido un 75,1% desde el año pasado hasta hoy, pasando de 320 millones clientes de pago a más de 560 en todo el mundo.
Parece que está claro, pagar una tarifa mensual para tener acceso a un contenido ilimitado de series, películas y documentales es mucho más interesante (o al menos más rentable) para los usuarios que comprar una entrada de cine o encender la televisión en prime-time para ver su serie favorita. Netflix es la cabeza visible de este tsunami con casi 200 millones de suscriptores en todo el mundo. Aunque otras plataformas como HBO, Amazon Prime Video, Movistar+ o Filmin siguen cogiendo fuerza en nuestro país. La pregunta es, ¿habrá mercado para tanto oferta? ¿Sobrevivirán las televisiones a las embestidas de las plataformas? O, ¿cuál será la evolución de la distribución en salas?
Suscripciones y taquillas
Hablando de cine y streaming, todo parece indicar que al celuloide le quedan todavía muchos años de vida y que podría convivir con el streaming. Pero ¿cómo es de rentable estrenar una película en una plataforma sin antes pasar por una sala de cine?. El problema parece surgir en cuándo lanzar en pantalla grande determinadas producciones importantes y costosas o qué otras producciones poner en marcha directamente en plataformas. Aunque, claro está, aquí son las propias productoras, que poseen la distribución en streaming, quienes deciden qué títulos se estrenarán antes en la gran pantalla y cuáles no. Todo parece indicar que el futuro de las salas no corre peligro, de momento. El olor de las palomitas y las butacas mantienen su valor al alza. Sin embargo, el público se ha hecho más selectivo y ya no se desplaza hasta la sala si no existe una motivación lo suficientemente fuerte.
A ello hay que sumar que los precios de las plataformas de streaming han ido aumentando, paulatinamente, a medida que sus catálogos van ganando peso. Esto se traduce en un mercado volátil con una gran competencia entre ellas (el estreno que tenga una no lo tendrá la otra). Además, el consumidor, sin lugar a dudas, tiene el poder de dar de baja su suscripción si los estrenos no le resultan interesantes. Y entre medias de todo, no podemos olvidar el papel que juegan las televisiones tradicionales, dueñas absolutas de informativos y determinados eventos deportivos, que aunque ya comienzan a ofrecer la llamada televisión a la carta, aún les queda un camino hasta la total adaptación a los modelos actuales de consumo y la consecución de alianzas estratégicas.
Streaming Revolution
Ahora es el consumidor quien elige. Los hábitos de consumo cambian pero también lo hacen los de la producción. La gran demanda exige gran oferta, por lo que las grandes plataformas pelean por generar contenido propio que les distingan. Entre los grandes cambios que han introducido las plataformas están los estrenos. Ahora las premieres de cine se han quedado en poco más que una alfombra roja, mientras que el tipo de estrenos que busca el streaming van más allá. Los eventos de comunicación globales, donde el usuario comenta (RRSS) y participa de forma activa, son la forma elegida de presentar una producción al público y de ver (con datos tangibles) resultados de aceptación prácticamente en el acto para su posterior estrategia de posicionamiento, marketing y fidelización. Haciendo válido un símil textil, la vida útil del “producto” quizá sea fugaz, pero la rotación de los “stocks” es continua.
A ello se suma otro cambio en el modelo de negocio de las productoras. Ahora son las plataformas las que producen películas/series a cambio de sus derechos, lo que permite a las productoras generar más contenido que antes a costa de no ser los propietarios de las piezas. Una auténtica revolución en todos los sentidos. Las grandes plataformas son ahora incluso parte activa en la decisión técnica de la elección de una u otra cámara, como hace Netflix, para garantizar una calidad mínima del contenido de su repositorio.
Todo un ejemplo de -globalización del contenido- y de exposición mundial del trabajo de directores, actores, directores de fotografía, maquilladores, diseñadores de vestuario…, todos ellos locales, que encuentran en las plataformas un escaparate gigantesco desde el que exponer su trabajo, su talento, y que les permite ampliar, sin duda, su expectativa laboral.
Netflix y las alfombras rojas
Es conocido el malestar que producen las plataformas en los festivales tradicionales de cine. La participación de Netflix en festivales con títulos que no han sido estrenados en la gran pantalla provoca, cuanto menos, indignación entre los defensores del séptimo arte. El festival de cine de Cannes, el mayor de los escaparates del cine mundial, ya se ha posicionado en esta cuestión. Su director Thierry Fremaux ha asegurado que además de imponer sus reglas, han sacado beneficio de la crisis del Covid dejando a la industria tradicional con poco margen de actuación. Y, a este respecto, el director francés pide reflexionar sobre su participación en los festivales. Algunos expertos apuntan a que la solución a este problema sea la creación de una categoría especial para las películas de las grandes plataformas aunque, de momento, parece no haber entendimiento.
Pero no siempre es así, a diferencia de Cannes, otros festivales de cine como el de Venecia han incluido películas de gigantes del streaming entre sus principales competiciones. Sin ir más lejos, ‘Roma’ la película de Netflix dirigida por Alfonso Cuarón, ganó no sólo el León de Oro de este festival en 2018, sino que la gran industria hollywoodiense no tuvo más que “plegar velas” y reconocer el trabajo del mexicano con el Óscar aun sabiendo que la producción estaba auspiciada al 100% por el gigante de la marca roja.
Festivales en directo
Lo último, la opción de la retransmisión de festivales y premios de cine a través de medios de distribución digital e, incluso, la aparición de festivales online que parecen haber cogido fuerza durante la pandemia y que, de una u otra forma, se han convertido en la tabla de salvación de muchos eventos cinematográficos que no pudieron celebrarse. Un buen ejemplo de esto es el Festival South by Southwest (SXSW), en Texas (EE.UU), un clásico entre los directores de cine independiente retransmitido en directo en su última edición y donde las películas pudieron verse durante diez días a través de Prime Video.
¿Todo son ventajas?, ¿existen diferencias irreconciliables?… tiempo al tiempo, porque será éste, el tiempo, el que pondrá las cosas en su sitio y confirmará el camino real de un futuro muy cercano.
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